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Escribimos para probar la vida dos veces

El verano era el brat summer. Al poco llegó la demure (y su very demure, very mindful). Así de rápido van cambiando las tendencias. Ya no son modos que duran meses o años, sino microtendencias. Impulsadas por la moda rápida y las redes sociales, éstas han convertido la novedad en una religión. Las microtendencias no afectan sólo a la moda: forman parte de un sistema que nos empuja a consumir ya cambiar continuamente.

Quizás, como contraposición a este cambio constante, está surgiendo una alternativa que lo engloba aunque permite actuar de una manera más pausada y acorde con el momento en que nos encontramos: las vibes.

Las vibes no son simplemente una estética, sino una forma de habitar el mundo. Representan un profundo cambio cultural que prioriza la conexión, la autenticidad y la autodefinición, dejando atrás la persecución compulsiva de la novedad. También responde a un cansancio colectivo con la moda rápida y la exigencia de estar siempre al día. La gente busca un equilibrio entre expresarse y no caer en la obsesión por lo nuevo.

Las vibes no son un objeto ni una prenda. Con una visión más holística, pueden entenderse como una energía. Una energía que te da libertad para adaptar tendencias, moods y sensaciones a tu día a día y en cada momento del día. Una vibe puede influir en cómo te vistes, qué escuchas, cómo pasas el fin de semana o incluso cómo hablas. Una misma persona puede tener diferentes vibes: una cozy vibe un domingo lluvioso, una chaotic vibe cuando estás inspirado, o una dark academia vibe en un período introspectivo. Algunos creadores de contenido ya han adoptado esta perspectiva, compartiendo sus rutinas y estilos de vida en TikTok, YouTube o Instagram de una forma más fluida y personalizada, sin la presión de estar dentro de una tendencia concreta.

Un pase por el feed de Pinterest demuestra que los contenidos que más inspiran actualmente están relacionados con lo que quieres sentir y cómo te quieres inspirar en un momento concreto. Puede ser con una comida especial, una noche con amigas o un rato de lectura tranquila. Las imágenes y collages no transmiten tanto una tendencia como un sentimiento. Una vibe.

Este deseo de encontrar espacios más auténticos y menos acelerados también se ve reflejado en el crecimiento de Substack y newsletters personales. Cada vez más gente busca un ritmo más pausado en el consumo de contenido, alejándose de la inmediatez de las microtendencias. Sí, hay newsletters temáticas de negocio y crecimiento digital, pero también muchas funcionan como un diario personal, como eran los antiguos blogs. En estas newsletters, quien escribe habla de rituales, de pequeños detalles que definen su existencia: el café de la mañana, un paseo por un barrio viejo, el rato de lectura un día de lluvia. Son textos atemporales, que puedes leer en cualquier momento, porque lo que transmiten es una sensación, un estado de ánimo que puedes compartir en cualquier momento. Este tipo de contenido genera respuestas y comentarios de gente que se identifica, creando una comunidad más conectada.

Es en este punto donde las vibes se encuentran con el custom contento como resistencia cultural. Ambas son formas de desaceleración en un mundo que nos empuja a consumir y producir sin cesar. Estas newsletters, estas pequeñas historias, nos invitan a conectar de nuevo con los momentos sencillos y con la autenticidad de la vida cotidiana. De ahí que logren más interacción.

Además, estos escritos, aparte de abrir la ventana a una vida de otro, una vida que podría ser la tuya, que comparte vibes, son también una forma de hacer una pausa. De olvidar por un rato la velocidad de las noticias. No es sólo nostalgia por los antiguos blogs o por una época menos saturada de contenido. Es una nueva manera de entender qué significa crear y compartir: no desde el afán de agradar a todo el mundo o de viralizarse, sino desde el deseo de expresar algo real. Un tipo de conversación silenciosa entre quien escribe y quien lee, basada en emociones compartidas.

Este impulso de escribir sobre cómo te sientes, cómo es tu pequeño mundo y mostrarte vulnerable, real y emocional (sea cual sea la vulnerabilidad o la emoción), está profundamente conectado con la fatiga que genera la superficialidad de las redes sociales. Nos estamos cansando de luchar por conseguir atención, de luchar contra algoritmos que no nos acaban de aportar lo que buscamos. Y las vibes, así como el custom contento, ofrecen una respuesta: contenido que no busca competir con la velocidad del mundo, sino que invita a detenerse ya sentir.

¿Por qué las vibas son una respuesta a la cultura de las microtendencias?

Las vibes representan una alternativa radical porque proponen vivir de una forma que no se puede reducir a un producto. Esto desafía directamente a la lógica de las microtendencias, que necesitan objetos concretos para venderse. Aquí están algunas diferencias clave:

  1. Las vibes son sostenibles, las microtendencias no: Las microtendencias exigen una renovación constante: ropa, accesorios nuevos, incluso cambios de gustos que deben consumirse a un ritmo vertiginoso. Las vibas, en cambio, son atemporales. No necesitas comprar nada para tener una nostalgico vibe: puede provenir de canciones antiguas, libros viejos o recuerdos de momentos pasados. Esto hace que las vibes encajen con una conciencia más sostenible y personal.
  2. Las vibes son personales, las microtendencias son impersonales: Las vibes son flexibles y permiten la personalización. No hay ningún manual que te indique cómo crear una cozy vibe o una dark academia vibe: eres tú quien lo interpreta según tus necesidades y preferencias. Las microtendencias, por el contrario, son más autoritarias: te dicen exactamente qué llevar o qué comprar.
  3. Las vibes conectan, las microtendencias dividen: Una vibe crea una atmósfera que puede ser compartida: una fiesta con luces tenues y música jazz puede crear una relaxed vibe que conecta a todo el mundo en ese espacio. Las microtendencias, en cambio, son frecuentemente herramientas de diferenciación: o las sigues o quedas fuera del juego.

¿Serán las vibes otra tendencia? Es posible. Pero también es cierto que tocan un punto más profundo: un cambio cultural, una nueva forma de mirar lo que nos rodea. Quizás, en este futuro, dejaremos de ver las cosas como objetos a consumir y empezaremos a vivirlas como experiencias que resuenan con nosotros.

La frase es de Anaïs Nin, y la dice la protagonista de Fleabag, en uno de sus monólogos a cámara.

Totes les imatges, de Pinterest.

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